Hoy os traigo el desenlace de esta fantástica experiencia vivida por tierras catalanas.
Por la mañana temprano salimos en busca del siguiente destino de nuestro viaje : Salou. Tras un largo viaje en autobús y tras tragarnos la película de El Ilusionista llegamos al mediodía al hotel, fue un dia de lluvia pero bueno el hotel era enorme y nos fuimos al jacuzzi, la piscina climatizada y la sauna y pasamos la tarde.
Después por la noche nor arreglamos para irnos a conocer la noche salouense, yo descubrí que la camisa que más me gustaba estaba super arrugada e intenté plancharla con la plancha del pelo de una amiga, al ver que no era posible y con la ayuda de Sergio la arrugamos, pero el resultado no era el esperado asi que me puse otra y san se acabó, estuvimos en una discoteca chulísima, aunque te sacaban un ojo y parte del otro con los precios. Estaba dividida en varias zonas, una terraza, una pista de baile y otra en la que había gogos, ¡y cómo estaban las gogos!. Tras un par de horitas en la discoteca nos volvimos hacia el hotel. Jugamos nuestra tradicional partida de cartas y esa noche Juanlu nos dejó una frase mítica suya mientras jugábamos al póker
¡Pero esto qué eeeh, cuatro jockeres! Esa noche nos acostamos no demasiado tarde pensando que a la mañana siguiente llegaría uno de los días más esperados del viaje, la visita a PortAventura.
Por la mañana nos llevamos la peor de las sorpresas, estaba cayendo la de Dios, al parecer toda el agua que no había caido allí en un par de años cayó ese dia, justo ese día. Tomamos rumbo hacia PortAventura sin demasiado ánimo pero esperanzados de que nos encontraríamos las atracciones a pleno rendimiento o eso nos habían dicho. Lo primero que hicimos al llegar fue desembolsar 7 euracos por un chubasquero, prenda indispensable en ese dia y comenzamos a recorrer el parque, la primera atracción a la que fuimos estaba cerrada por inclemencias del tiempo, y la siguiente, y la siguiente también y así con todas salvo dos, una minimontaña rusa y unos rápidos por el agua donde nos mojamos más si cabe. La lluvia parecía hacerse más fuerte por momentos y todos queríamos irnos ya de allí como fuese. El sueño de PortAventura quedó diluido por la lluvia mucho antes de la hora prevista para marcharnos de allí. Sobre las cuatro de la tarde emprendimos la vuelta empapados hasta las entrañas. Fue un milagro que no nos resfriásemos todos aquel día.
Al llegar al hotel nos fuimos de cabeza al baño turco y al jacuzzi para quitarnos el frío que teníamos en el cuerpo y tendimos la ropa en la terraza. Tras esto jugamos unas partidas al billar en el hotel y por la noche nos fuimos de nuevo a la discoteca pero esta vez nos volvimos antes de la hora prevista. Al llegar al hotel nos fuimos a la habitación de nuestros compis donde como no, estuvimos jugando a las cartas hasta las tantas ya que había que aprovechar la última noche que íbamos a pasar allí. De vuelta a nuestra habitación tuve varios percances, en primer lugar con una puñetera botella de agua que no consentía de ponerse derecha y se caía una y otra vez, cuando conseguí ponerla derecha moví la mesa y a la mierda de nuevo, ya desistí de volver a colocarla. Aquella noche nos pusimos a hacer las maletas para el día siguiente.
Por la mañana el móvil de Sergi nos despertó muy temprano, yo me levanté y recogí lo que me quedaba por allí, ellos se volvieron a dormir y despertaron con el tiempo justo para echar las cosas a la velocidad de la luz y bajar echando leches hacia el hall del hotel. Recogimos el picnic y tomamos el autobús rumbo a Barcelona. Una vez allí hicimos un pésimo recorrido en autobús por la ciudad condal, la guía nos dijo desde el bus "A la derecha podeis ver las Ramblas donde no os vamos a llevar, a la izquierda vemos plaza Cataluña donde tampoco vamos a parar, a lo lejos está Parc Guell donde ¿a que no lo adivinais? tampoco vamos a bajarnos. Visitamos la catedral, la Sagrada Familia y el barrio Gótico y después nos soltaron en un cutre centro comercial en el puerto.
A última hora de la tarde nos dirijimos a la estación para coger el tren que nos llevaría de vuelta hasta Málaga. El viaje de vuelta fue mucho más tranquilo que el de vuelta, casi todo el mundo lo hizo durmiendo. Al llegar nos pusimo a desayunar en un bar y tardamos ni más ni menos que hora y media, al parecer el camarero no conocía el significado de la palabra prisa. Tras la larga espera tomamos el autobús de vuelta a casa, donde llegamos al mediodía.
En fin esta fue nuestra aventura, algo inolvidable y donde nos lo pasamos genial. Esta entrada me ha quedado algo más larga de lo normal y eso que me dejé muchas cosas en el tintero. Aquí acaba esta trilogía, espero volver pronto por aquí. Saludos a todos y gracias por visitar nuestro blog!